martes, julio 11, 2006

Mirando la lluvia


Día domingo y como nunca mi mamá me dejó ver tele hasta tarde, era medianoche y "Happening con ja" acababa de terminar. Me fui a acostar para ir el día siguiente a clases pero un fuerte sonido me hizo salir de mi cama de esas antiguas, nada de madera, sólo fierros gruesos y alambres.

Parecía un temblor y la costumbre me hizo mirar la lámpara de lágrimas que había en el dormitorio (que en ese tiempo compartía con mi hermano separado por un ropero antiquísimo), nada se movía, era sólo ruido.

Desperté a mi mamá, por si acaso, como ninguna otra vez lo he hecho ante algo así. Ella en su nerviosismo propio de cada movimiento telúrico despertó a papá, apagó luces y nos obligó a pararnos bajo el marco de la puerta que daba al patio, pero no estaba temblando.

Mi hermano no despertaba, él dormía, sin saber. Mi papá le pedía tranquilidad a mi madre pero ella sin obedecer, y con ese quinto sentido que admiro de ella, entró corriendo y sacó a mi hermano casi en brazos. Apenas cruzó la puerta vi derrumbarse la mitad de mi casa.

Esos segundos fueron eternos.

Durante mucho rato no recuerdo qué pasó, sólo es confusión. La imagen de mi vieja saliendo con mi hermano mientras la casa caía atrás de ellos se repetía en mi cabeza. No recuerdo si lloré o si alguien más lo hizo, sólo sentía la lluvia y esa maldita sensación que en días como hoy se repite.

Reconocí en el rostro inocente de mi hermano el desconcierto, también recuerdo la entereza de mis padres diciéndonos lo importante que era el estar juntos y a salvo. Sólo la confianza que le tengo a sus promesas y la seguridad que nos transmitieron al decir que saldríamos adelante juntos, hizo que no cayéramos en la pena.

Días después, cuando me dejaron, fuimos con mi hermano a ver nuestro hogar: un muro de contención había cedido y se rebumbó botando otra casa sobre el dormitorio que compartíamos. Vimos toneladas de tierra, piedras y barro sobre nuestros juguetes, nuestra ropa, nuestros adornos y nuestros muebles. Ese ropero que había que desocupar para poder moverlo entre dos había sido arrastrado casi 3 metros junto a la cama de mi hermano. Pude ver cómo esos largueros invencibles de acero de mi cama estaban doblados.

Mucha gente amiga que hasta el día de hoy agradezco de llamar amigos y “tíos”, nos ayudó a sacar los “escombros” que un día fueron nuestros tesoros y nuestra cotidianeidad hogareña. La casa quedó inhabitable, en cualquier momento se derrumbarían el resto de los dormitorios que había aguantado.

No todo estaba perdido pues estábamos los mismos que siempre salen juntos de todo: mi familia, recuperamos gran cantidad de nuestras cosas y por unos días nos quedamos donde mis abuelos, reafirmamos amistades y nos hicimos más fuertes, demostramos que se puede partir de nuevo y lo fuerte que somos.

Tuvimos suerte: nadie murió, no todo estaba destruido y mucha gente nos ayudó.

Sin embargo, días como el de hoy, donde se anuncia que el clima se pondrá más duro durante la madrugada no puedo evitar traer esa imagen a mi cabeza. Pensar en lo segura que me encuentro en este nuevo hogar y cuántos niños quedarán hoy como yo lo estuve hace años atrás.

Veo a mi hijo dormir sereno, seco, sin frío, sin miedos, ajeno de tantas cosas que suceden a estas horas, mientras otros temen que el terreno ceda, que el canal se desborde, que el barro entre a casa, que las alcantarillas colapsen, que el techo vuele y que el agua llegue a las camas de sus niños que duermen tranquilos, como mi hermano aquel día.

No puedo evitar sentirme impotente, vulnerable y con una pena que se anida en la garganta, miro la lluvia desde la seguridad. Pido a Dios que no haya personas sepultadas esta noche, que los pequeños duerman secos, que las casas resistan y que más gente tenga la entereza que mis padres tuvieron ese día, si llegase a ocurrir otra vez más esta misma historia.

3 Comments:

Blogger Alvaro en OZ said...

debo confesar que la lluvia me gusta, me gusta mojarme y sentir el ruido de ella sobre el techo. no me gusta que le digan "mal tiempo" puesto que si no fuera por ella no habría vida...sin embargo, es trsite saber que hay gente que sufre y pierde sus pertenencias debido a las inclemencias climáticas.

lamentablemente, ya hay vidas que lamentar.

nos leemos.

miércoles, julio 12, 2006  
Blogger MIGUEL S. said...

Realmente buena...
Ohh lluvia, ven y llévate lo que no necesito, no lo que amo.

viernes, julio 14, 2006  
Blogger Mdz. said...

igual... yo nunca he vivido eso de lloverse a cagar, o de que tu casa se la lleve el cerro... pero si me ha tocado el ayudar a reconstruir... o apalear agua en casas ajenas, y creeme que es realmente fome y triste ver la cara de los niñitos asustados cuando tienen que irse a dormir a casas ajenas....

Ojala nunca mis hijos tengan que vivir situaciones como esa.

.....

y ni hablar de incendios, que ahi si tengo cosas tristes para contar.


Saludos amiga y visita mi blog..




Mdz!


www.locuraspseudopillas.blogspot.com

sábado, julio 15, 2006  

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